El presidente Alfonsín inicio su gobierno el 10 de diciembre de 1983. La situación
económica era muy complicada, como muestran ciertos indicadores relevantes:
Inflación anualizada de 600% en el último trimestre de ese año; déficit fiscal
equivalente a 11% del PBI; una deuda externa de 67% del producto en un contexto de
tasas de interés del orden del 10% anual que generaban servicios de alrededor del 7%
del producto; un muy bajo nivel de reservas internacionales (incluyendo el oro
alrededor de US$ 3.000 millones) y atrasos con acreedores externos por US$ 3.200
millones, que incluían a organismos internacionales y en particular al Fondo Monetario
Internacional (FMI).
Estos indicadores eran una manifestación de una crisis más profunda que, con la
excepción del período 1964-1974, se arrastraba desde 1950, y había empeorado
durante la década anterior. Además de los indicadores que hemos mencionado, y del
aumento del desempleo y la pobreza, esa crisis había afectado el funcionamiento de la economía en distintos aspectos; ejemplos de ello era la generalización de las cláusulas
de indexación, la desmonetización, la ausencia de un mercado de capitales y una
elevada incertidumbre.
En este artículo, el economista José Luis Machinea, ex Presidente del Banco Central y ex ministro de Economía, repasa el Plan Austral a 37 años de su implementación.
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