En las actuales circunstancias de Argentina es necesaria una estrecha coordinación entre el diseño y gestión de la política económica y la política energética. El caso del reciente desacuerdo por los subsidios tarifarios que envolvió al Ministerio de Economía y la Secretaría de Energía ilustra el punto. Pero también ha ocurrido en el pasado. Sería erróneo creer que el tropiezo puede reducirse a diferencias de tipo instrumental. La exigencia de coordinación deviene de la grave configuración que posee el sector energético argentino en la actualidad y de sus implicaciones económicas.
En este trabajo el autor argumentará por qué la cuestión energética plantea desafíos singulares tanto para la política macroeconómica de corto plazo -principalmente por su incidencia sobre los precios y los costos fiscales-, pero también cómo se vincula con las políticas de desarrollo productivo.
El propósito del texto es explicitar estos retos.
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