Tras un primer trimestre de 2018 de crecimiento de 3,6% interanual, la economía argentina modificó su trayectoria. Bajo el impacto de turbulencias financieras que afectaron a los mercados emergentes, las consecuencias de desequilibrios domésticos previos y de los efectos de la sequía sobre la producción agropecuaria, Argentina ha atravesado un segundo trimestre de caída de la actividad (-4,2%). El proceso continúa en los meses en curso y aún no tiene final a la vista. La economía en 2018 culminaría con un cambio de signo respecto del año previo, cuando creció 2,9%. En el mismo sentido, el panorama del comercio exterior cambió significativamente a partir del segundo trimestre de 2018. Por un lado, la sequía de 2018 fue la peor en 50 años y redujo notablemente la producción agrícola en los cultivos de verano (soja y maíz), lo que no solo afectó la actividad del sector sino también las exportaciones del año en curso. Habida cuenta de la magnitud del problema externo –el déficit de la cuenta corriente alcanzó US$ 31.324 millones en 2017 (4,8% del PBI)- es relevante preguntarse cómo puede resultar el cierre de la balanza comercial de bienes en 2018.

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