El gasto en salud en Argentina es uno de los más altos entre los países de la región. En 2013 superó el 11% del PBI. Este proceso se ha visto acelerado, sobre todo en las últimas dos décadas, por la aparición masiva de nuevos medicamentos, dispositivos y prácticas con un alto impacto en los costos del sistema. Se estima que la innovación tecnológica explica entre el 33% y el 50% del incremento del gasto en salud. Por ejemplo: el tratamiento actual de un paciente con cáncer de colon ha permitido duplicar su sobrevida respecto a una década atrás, pero también resulta 320 veces más costoso que en el pasado. No es infrecuente que nuevos tratamientos oncológicos tengan costos superiores al millón de pesos en Argentina, solo por una única droga. Y lo mismo se repite en otras líneas terapéuticas como la artritis reumatoidea, la hemofilia, o la hepatitis C, solo para nombrar algunos ejemplos de patologías crónicas.
Todos los sistemas de salud del mundo, tanto en países pobres como en países ricos, se enfrentan al dilema de recursos limitados y necesidades crecientes. Esto significa que en el camino para brindar cobertura universal en salud no puede evitarse tener que priorizar, y priorizar implica tener que optar en la toma de decisiones sobre qué servicios serán provistos, para quienes, y a qué costo.
El proceso de priorización en salud es la estrategia que de forma sistemática, explícita y transparente logra dar respuesta a la pregunta sobre qué tecnologías deben financiarse con los recursos existentes, involucrando a todos los actores e incorporando en la toma de decisiones explícitamente a los factores contextuales, culturales, sociales y técnicos.
Aquellos sistemas de salud que no logran establecer mecanismos explícitos de priorización están expuestos a seguir operando solo con mecanismos de racionamiento implícito, como lo son las listas de espera, trámites de autorización engorrosos, negación de los servicios en el punto de atención, etc.
Es clave la creación de una agencia de evaluación de las tecnologías sanitarias.
¿De qué se trata?
A mediados de los años ‘80 comenzaron a establecerse las primeras agencias de evaluación de tecnologías sanitarias (ETS) en respuesta a los problemas que se presentaban en la mayor parte de los países desarrollados: el fuerte incremento del gasto sanitario; la comprobación de una variabilidad inexplicada en la práctica clínica; y, la incertidumbre acerca de los resultados finales de la utilización de muchas tecnologías médicas.
Muchos países han definido procesos formales en los cuales grupos expertos evalúan la evidencia relativa a las intervenciones de salud. Algunos de los países que han avanzado en estos procesos son Alemania, Australia, Colombia, Dinamarca, Estados Unidos, Finlandia, México, Noruega, Nueva Zelandia, Países Bajos, Reino Unido, Suecia y Tailandia.
Por otra parte, en los últimos años, se han creado muchas iniciativas y redes regionales como la Red Internacional de Agencias de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (INAHTA).
En este documento se desarrollan los casos de Australia, Canadá y Reino Unido que han sido pioneros en el mundo en formalizar un sistema de toma de decisiones acerca de cuáles tecnologías médicas deben ser subsidiadas por su sistema público de salud.
Entre los países en desarrollo se destaca el caso de Tailandia, mientras que en el caso de América Latina se seleccionaron algunos países miembros de la Red de Evaluación de Tecnologías Sanitarias para las Américas (REDETSA): Brasil, Colombia y México.
En la Argentina, si bien se presentaron en los últimos años algunas propuestas para incorporar formalmente una agencia de ETS, por primera vez, el gobierno nacional, a través del Ministerio de Salud, ha ingresado al Senado Nacional un proyecto de ley para la creación de una Agencia Nacional de ETS.
Descargar el informe completo: Definición de Políticas de Cobertura en Argentina: PMO y Agencia de Evaluación de Tecnologías