Argentina ha comenzado esta semana el levantamiento parcial de las estrictas restricciones impuestas a partir del pasado 20 de marzo con motivo de la pandemia. Parece iniciarse así lentamente el camino hacia una “nueva normalidad”.

Sin embargo, según el autor de este artículo, no se puede afirmar que las pautas oficiales habrán de seguirse de manera estricta. Si hasta ahora, las orientaciones de los epidemiólogos han sido mayormente acatadas, el panorama futuro habrá de ser más complejo. Las consideraciones económicas y el peso del confinamiento habrán de influir en la respuesta de la población. Si existe una hipótesis plausible es que, una vez puesto en marcha el levantamiento, la respuesta será una mayor movilidad e interacción. Esto habrá de influir sobre el índice de contagio y la curva epidemiológica.

No sabemos cuál es la trayectoria de EPI que tenemos por delante. Sin embargo, los indicadores referidos a la evolución temporal de los contagios sugieren que será muy difícil preservar la bajísima tasa de letalidad actual -6 por millón.

Por ejemplo, si nuestra trayectoria nos ubicara junto a Noruega (40 muertes por millón), que podría considerarse un mínimo, llegaríamos a 1800 decesos aproximadamente -6 veces más al nivel actual. Y de allí en más. Pero ocurre que no sólo es importante el número sino la ocurrencia temporal de los decesos. Esto tampoco lo conocemos.

Inicialmente tanto el discurso oficial como el debate público fue ganado por una dicotomía -salud y economía, que resulta ser equívoca. Tal formulación parece asumir que hay un remedio efectivo para la pandemia. Lamentablemente, no existe tal remedio. La cuarentena sólo permite ganar tiempo para preparar mejor al sistema de salud y esperar la llegada de una vacuna.

En ausencia de esta última, hay que abandonar las modalidades más exigentes de la cuarentena. En ese contexto, la necesidad de administrar restricciones es la figura más adecuada. Se trata entonces de transitar por el estrecho sendero entre ambas -una suerte de sendero de tolerancia social- hasta agotar el recorrido de la epidemia.

Las restricciones involucran algunos datos duros, comprobables, tal como el grado de preparación del sistema de salud, pero otros, aquellos que hacen a la conducta social, que son más difíciles de determinar. Por eso, la gestión de las restricciones es esencialmente un proceso político en el marco de instituciones democráticas.

 

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