El fútbol, al igual que un sinfín de fenómenos, fue afectado por la revolución de las comunicaciones, y la consecuente globalización de sus actividades. El flujo  de transacciones de este deporte entre diversas latitudes llevó al récord de transferencias de futbolistas, transmisión de partidos de diferentes ligas, y la adopción de estilos de juego más homogéneos. Pero además de ser un fenómeno de cultura global que une la atención de todos los pueblos, también es acompañado por un governance muy complejo que lo regula. Es decir que hay reglas, pero que no imponen los estados ni sus organismos multilaterales. Sobre estos temas y sobre la posibilidad de encontrar un razonable tipo jurídico para la actividad futbolística trata este artículo de Gonzalo Javier Lema.

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